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Los floristas reclaman más control en la venta de rosas para proteger la calidad en Sant Jordi

A pocas semanas de la celebración de Sant Jordi, el sector de los floristas en Cataluña ha alzado la voz para exigir una regulación más estricta sobre la venta ambulante de rosas. Según informó La Vanguardia, el Gremi de Floristes ha solicitado al Ayuntamiento de Barcelona una reducción del 50% en las licencias otorgadas a particulares para vender rosas en la vía pública, argumentando que esta práctica descontrolada perjudica tanto la imagen del oficio como la calidad del producto que se ofrece ese día.

La festividad de Sant Jordi, que combina libros y flores como símbolos de cultura y amor, genera un volumen de negocio muy significativo para los profesionales del ramo. 20 Minutos detalla que, para la edición de 2024, se prevé la instalación de aproximadamente 2.200 puestos de venta en toda Cataluña, con una expectativa de superar los siete millones de rosas vendidas. Esta cifra representa uno de los momentos de mayor actividad para los floristas, que llevan semanas preparándose con antelación para responder a la demanda.

Uno de los puntos más críticos para el colectivo es la proliferación de puntos de venta gestionados por personas sin formación en floristería, lo cual impacta negativamente en la percepción del consumidor sobre la calidad de las flores. Desde el gremio se insiste en que muchas de las rosas comercializadas por particulares no cumplen con los estándares mínimos, ni en frescura ni en presentación, y que esta situación termina afectando a los profesionales que sí respetan los criterios del sector. Tal y como destaca El Periódico, el Gremi de Floristes lleva años defendiendo la necesidad de profesionalizar al máximo esta jornada para preservar su esencia y prestigio.

Una de las apuestas destacadas por los floristas para esta edición es la llamada “rosa d’autor”, una flor de diseño exclusivo que combina estética y simbología, y que ha sido promovida como alternativa de valor añadido frente a las opciones genéricas que inundan las calles durante el día de Sant Jordi. Esta iniciativa busca no solo elevar la calidad del producto, sino también distinguir la labor de los profesionales que trabajan con mimo, conocimiento y respeto por la tradición.

Además del componente comercial, los floristas subrayan que Sant Jordi representa una oportunidad única para reivindicar el valor cultural de su oficio. En un contexto en el que cada vez más productos son importados y vendidos sin trazabilidad, la defensa del comercio de proximidad y del trabajo artesanal adquiere una relevancia especial. Las asociaciones del sector apelan a la colaboración institucional para establecer un equilibrio entre participación ciudadana y respeto al trabajo profesional.

Desde el gremio también se ha pedido que las licencias de venta para entidades no lucrativas o colectivos escolares estén sujetas a un control más riguroso, de forma que se garantice el cumplimiento de requisitos mínimos en cuanto a la manipulación y conservación de las flores. Esta petición responde al objetivo de mantener la festividad como una expresión de calidad, cuidado y tradición, y no simplemente como una actividad comercial masiva.

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