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Meta cierra su centro de moderación en Barcelona y deja en la incertidumbre a 2.000 empleados

Meta ha decidido cerrar su centro de moderación de contenidos en Barcelona, una decisión que afecta directamente a cerca de 2.000 trabajadores y que ha generado preocupación en el entorno laboral y político de la ciudad. La compañía, matriz de Facebook e Instagram, ha optado por prescindir de uno de sus principales núcleos de control de contenidos para Europa, según informó El País el 3 de abril de 2025.

El servicio había sido gestionado hasta ahora por la empresa subcontratada Telus International, que operaba desde la Torre Glòries, en el distrito tecnológico del 22@. Público señala que la clausura del centro deja en el aire a miles de personas, muchas de ellas jóvenes, extranjeras y con contratos temporales, que se enfrentan a un escenario incierto tras la decisión unilateral de Meta.

La compañía no ha ofrecido alternativas claras a los afectados, ni reubicaciones ni indemnizaciones garantizadas, lo que ha generado críticas por la falta de sensibilidad ante el impacto social del cierre. Crónica Global destaca que la mayoría de los empleados pertenecían a un colectivo altamente expuesto al estrés emocional, dada la naturaleza de su trabajo, centrado en la revisión de contenidos violentos, abusivos o sensibles que violaban las normas de las plataformas.

Durante años, el centro de Barcelona funcionó como una pieza esencial en la red global de moderación de Meta. Desde allí, se gestionaban denuncias de usuarios, se analizaban publicaciones y se aplicaban sanciones a contenidos inadecuados, cumpliendo con los estándares comunitarios de las redes sociales. Según fuentes citadas por El País, la reducción progresiva de personal comenzó semanas antes del anuncio oficial, y las tareas se han ido desplazando hacia sistemas automatizados o hacia otras sedes con menores costes operativos.

El impacto laboral del cierre no se limita únicamente a quienes trabajaban directamente en Telus. También afecta a proveedores externos, servicios asociados y al propio ecosistema tecnológico de Barcelona, que había acogido este centro como un símbolo de atracción de inversiones tecnológicas. Público subraya que la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona han solicitado a Meta una reunión urgente para exigir explicaciones y evaluar posibles medidas de respuesta.

Las organizaciones sindicales han reaccionado con dureza, calificando el cierre como una muestra más de la deslocalización salvaje que practican las grandes tecnológicas. Desde los comités de empresa se denuncia que la precariedad, los bajos salarios y la presión psicológica eran ya una constante en el centro, y ahora se suma el abandono repentino de los trabajadores. En palabras de un portavoz sindical recogidas por Crónica Global, «Meta se beneficia de un modelo económico que utiliza a las personas como filtros humanos y luego las desecha sin miramientos».

Por otro lado, voces del sector digital advierten que esta decisión podría dañar la imagen de Barcelona como polo tecnológico, especialmente en un momento en que la ciudad busca consolidarse como referencia en el ámbito digital europeo. El cierre no solo supone una pérdida de empleo, sino también un golpe simbólico al modelo de desarrollo económico vinculado a las multinacionales tecnológicas.

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